Año 2150
Un mal año para Culminus… o eso parecía.
Información esencial fue filtrada al mundo entero:
Fue un golpe global.
Muchos se preguntaban si podrían pagar el precio para entrar al mundo recién creado.
La mayoría pensó que se refería a dinero.
Nada más alejado de la realidad.
Respecto a las Camadas, se reveló que la ingeniería genética no era exclusiva de Culminus, aunque ningún país había logrado crear seres tan estables como ellos.
Esto dividió a la opinión pública:
algunos alabaron a Culminus, otros la odiaron más.
La empresa aprovechó el caos y se expandió:
agricultura, historia, enfermería, construcción, conflictos bélicos…
Todo.
Se volvió un gigante casi inhumano.
Año 2165
Nullblood estaba completo.
Una realidad aterradora… pero funcional.
Muchos países se unieron económicamente para impulsar el proyecto.
El juego se vendía con dispositivos cerebrales muy costosos.
Los ricos podían jugar.
Los demás solo podían admirar o intentar robar dispositivos.
Los Reasignados eran otra cosa:
enfermos, niños, condenados, personas seleccionadas por el sistema.
Siempre siguiendo la única regla conocida:
Año 2170
La verdad aterradora salió a la luz.
Otro informante filtró el contrato original.
El “precio accesible” era esto:
Además se reveló:
Esto último desató pánico.
Pero también esperanza para otros.
Los gobiernos comenzaron a usar Nullblood como castigo legal:
los criminales eran reasignados, sus recuerdos alterados o borrados antes de enviarlos al mundo, donde recibían un “nuevo rol”.
Año 2173 – La caída de Victor
Finalmente, descubrieron las atrocidades de Victor:
sus experimentos, sus acciones, sus ideas.
Para cualquiera sería una condena devastadora.
Para él no.
No con lo que sabía.
No con lo que había logrado.
Antes de ser sentenciado, entregó nuevas ideas…
Algunas fueron recibidas con horror.
Otras, con fría aceptación.
El día de su ejecución, varios de sus compañeros estaban presentes, observando cómo una de las mentes más brillantes de la historia era convertida en un Reasignado de Nullblood.
Victor, en una camilla tecnológica, amarrado, solo pensaba.